
Este mensaje se compartió el Sabado 17 de Octubre de 2009
LA ORACION Y LA IGLESIA
Toda iglesia debe tener un programa de oración. Debe haber oración organizada, así como hay Escuela Dominical y juventud organizadas. La vida de oración de la Iglesia debe estar relacionada con todas las demás actividades de la congregación, de modo que Dios pueda sentirse en cada área. La oración forma el verdadero vigor de la Iglesia. Recuerda que la vida de oración pone a todos los que oran en contacto vital con el padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y los coloca en continua comunión con la palabra.
La oración no es musitar plegarias, sino encontrarse con Dios por un momento, conocer su voluntad para el día, sentir su fortaleza, su quietud y su amor. Este contacto vital tiene ciertas reacciones espirituales que son de inestimable valor para la vida de la Iglesia. Todos sabemos lo que pasará cuando un gran número de personas en la Iglesia se alisten en un programa de oración y entren diariamente en contacto vital con el Señor. Todo hombre y toda mujer que sean miembros de la iglesia pero que no estén dedicando tiempo a la oración, serán un lastre en la congregación. Estos pueden estar en el coro; pueden estar en la Escuela Dominical; pueden actuar como diáconos o ancianos; pero cualquiera que sea su lugar, ellos comunicarán a otros cierta frialdad, porque son un cuerpo inerte. Llevarán la tendencia de reducir la temperatura espiritual de todo aquel que se ponga en intima relación con ellos. Por consiguiente, es de vital importancia que el mayor numero posible de los miembros sean guiados a participar en el Programa de oración de la Iglesia. La Iglesia no es un lugar para exponer nuevas teorías. Es un lugar para hechos reales. Una iglesia no puede progresar sin la oración. Podemos atraer a las multitudes por medio de la elocuencia, pero edificar un verdadero cuerpo espiritual, sólo es posible por medio de la oración.
Esto requerirá mucha instrucción sabia de parte del pastor, de parte de los maestros y de parte de las clases de adultos. Concede la oración un lugar prominente en el programa de la Iglesia. No sólo enseñes acerca de la oración, practícala. Ten actividades de oración con un verdadero programa. Asigna temas para intercesión definida. Mientras que uno intercede, prepara a los demás para que hagan suyas las oraciones; no respondiendo con "amenes" ruidosos, sino haciendo suya esa oración y en forma quieta. El grupo entero invadirá la Sala del trono, haciendo suya aquella súplica. Tú puedes escuchar a la congregación para que sus oraciones prevalezcan. Haz de ellos maestros de la oración, poderosos en la intercesión.
EL PROBLEMA DE LA ORACION
El problema de la oración es un problema de fe; y la fe es un problema de la integridad de la palabra y de la habilidad de Dios para respaldar sus promesas y afirmaciones con hechos contenidos en la palabra. Hay otro aspecto del problema: La habilidad del creyente para estar en la presencia del Padre sin sentido de culpa, condenación o inferioridad. Por consiguiente cuando sabemos que la palabra no puede ser quebrantada y que Dios la guarda literalmente, cabe preguntar: "¿Tengo derecho a estar en la presencia del padre y presentarle mis peticiones sin ser objeto de condenación?"
Hay aquí unas cuantas cosas que todo creyente debe saber. Primero, realmente nosotros somos Nuevas Creaciones, creados en Cristo Jesús. 2 Corintios 5:17: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación." Date cuenta de estos hechos, primero: "uno esta en Cristo" de una vez por todas. Uno no entra en Cristo para luego dejarlo. Si uno lo deja, esto es el final. Segundo; Uno es una Nueva creación, una nueva raza. Uno ha recibido dentro de su espíritu la vida y la naturaleza de Dios. Las cosas viejas pasaron.
Estas cosas viejas son la Muerte Espiritual, la unión con Satanás y los viejos pecados, los pecados cometidos cuando estaban espiritualmente en unión con el adversario. Estos le son remitidos. Un nuevo "yo" te es dado. El viejo "yo" el viejo hombre deja de ser; porque el antiguo "yo", o el viejo hombre como se le llama, no puede vivir en Cristo.
Fíjate de nuevo: "De modo que si alguno esta en Cristo, Nueva criatura es: las cosas viejas pasaron". Esta Nueva creación es un producto de Dios. Es creada en Cristo Jesús. Es nacida de arriba. Es nacida del Espíritu santo, por la palabra, y esta Nueva Creación permanece sin condenación y reconciliada con el padre. 2 Corintios 5:21 lo afirma claramente: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él." En el momento en que nos hacemos nuevas creaciones nos convertimos en justicia de Dios. La justicia de Dios significa la habilidad de estar en la presencia del Padre sin sentido de culpa, condenación o inferioridad. Desde ese momento somos los hijos y las hijas de Dios. Seria una cosa anormal si El nos recreara, impartiéndonos su propia naturaleza, y luego nos dejara bajo la amenaza de maldición y condenación, incapaces de estar en su presencia sin sentir culpabilidad, condenación o inferioridad.
Entonces ya sabemos que podemos estar en la presencia de Dios libres de todo sentimiento de indignidad. Sabemos también que tenemos el derecho legal de estar en la presencia del padre porque hemos nacido legalmente dentro de Su familia y legalmente nos ha adoptado y aceptado como hijos. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Sabemos además, que tenemos el derecho legal de usar el Nombre de Jesús y que todo lo que pidamos al Padre en ese nombre, El nos lo concederá. Esto nos aclara todo con respecto a nuestra habilidad de estar delante de El, en la sala del trono, sin condenación.
Nos han predicado tanto el pecado y nos han dicho con tanta frecuencia que somos indignos e incapaces, que esto nos ha sumido en un sentimiento de inferioridad y ha destruido nuestra vida de fe. Nadie puede caminar con Dios mientras se encuentre bajo condenación. Tu puedes ahora darte cuenta de que la oración se basa en motivos legales; no sólo se basa en promesas sino en afirmaciones de hecho. Entonces no existe problema de fe para el creyente, porque todas las cosas le pertenecen. Efesios 1:3: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo."
Por esto te darás cuenta muy claramente de que no es un problema de fe el que tenemos los hijos y las hijas de Dios. El problema consiste en que tomemos nuestro lugar, y disfrutemos de todos nuestros derechos. "El nos ha bendecido con toda bendición espiritual" Por consiguiente todo lo que se efectuó en la obra consumada de Cristo, nos pertenece. Es una propiedad nuestra desde ese momento. Toda nuestra lucha por obtener fe, ha sido el resultado de ignorar lo que nos pertenece. Ahora simplemente debemos tomar nuestro lugar y emplear nuestros derechos. Mas alguno dirá: ¿y qué de la lucha con el adversario? Si, ciertamente estamos en guerra con un enemigo derrotado. Satanás fue derrotado antes de que Jesús resucitará de entre los muertos.
Lee mi libro "Identificación" y te darás cuenta de que fuimos crucificados conCristo, morimos con Cristo fuimos sepultados con Cristo, sufrimos con Cristo, fuimos justificados con Cristo, fuimos vivificados con Cristo, conquistamos al adversario con Cristo y luego fuimos resucitados juntamente con El. Eso demuestra también lo que fue nuestro combate con el adversario cuando conquistamos a Satanás con Cristo antes de que el se levantara de los muertos.
Todo lo que JESUS hizo nos fue acreditado a nuestra cuenta. Toda la obra substitucional de Cristo fue para nosotros. El no conquistó a Satanás para sí. El no quitó el pecado para sí. El no sufrió el juicio que hubiera caído sobre el pecador para sí.
El sufrió en lugar nuestro, y nosotros hemos entrado en su victoria; y ésta nos fue acreditada. De modo que Satanás es ahora un enemigo derrotado. No peleamos contra carne y sangre, ni contra los humanos, sino contra los demonios que saben que en el Nombre de Jesús somos sus amos. Todo demonio sabe que tú el recreado eres su amo. Ellos no dominan por medio de subterfugios, fanfarroneadas y engaños. Ellos ponen enfermedades sobre nosotros y nos mantienen con ataduras aprovechando nuestra ignorancia de lo que somos en Cristo y de lo que nos pertenece.
(Articulo tomado del libro "entrando en su presencia" de E.W. Kenyon)